domingo, 18 de mayo de 2008

Veintidós.

Han pasado 22 años, veintidós, acento incluido en la o, que nos haría escribir el Quillo (Loquillo para los olvidadizos, que no Kiyo), y lo del sábado no me ha dejado indiferente.
Había que estar a las 11:00, venga..., once de la mañana (Quillo In Memoriam) y como siempre, salí tarde de casa.
Pasando por la Plaza de Guipúzcoa, actualmente Plazagipuzkoa, miré a la casa de Carlos (Barinaga) y , como no bajó, seguí mi camino rumbo a la Plaza de la fuente (actual Plaza de Bilbao o Plazabilbao), allí tampoco esperaba Rober (-to Gómez Elosegi); tampoco estaban Beitia (Jose Antonio), ni Oscar (Barbero) y, raudo y veloz, continué camino por el subterráneo.
Todavía estaba allí el joven de la guitarra, solo que ya no era tan joven y su guitarra tampoco.
Acelerando esperaba encontrarme por el camino a Kepa (Erdocia),o a Kike, pero no los ví.
Ya era tarde, y me enfrenté a la cuesta de entrada (¿quizás está ahora más empinada o son mis piernas más cortas?).
Llegando arriba, no vi las colas para entrar a clase, no ví a Jean Paul (Juan Carlos Fdez Ortega), a Emparanza (Alvaro), a Etxabe (Eduardo), a Andrés (Jose Antonio), a Gustavo, a Bera, a Antxon, a Jonás, a Agustín (Cea), a Etxenike (Oscar), a Carlos (Castro) ... a nadie.
Pensé que ya habían cerrado las puertas y no me quedó más remedio que intentar entrar por secretaría.
Inquieto abrí la puerta y.....

...allí estábais todos. Unos en persona, otros en fotos, en la orla, en las imágenes de los anuarios, con la ropa que os recuerdo, con el jersey de rayas azules o la sudadera naranja que llevabamos todo el otoño y primavera. Estábais todos, con la mirada limpia de entonces, esperando a que terminaran rápido de hacer las fotos para poder echar un partido entre pares e impares, o quizás fuera la época en la que nos dió por jugar al baloncesto, o a policias y ladrones,... Estábais todos, estábamos todos, con la inocencia de la edad, la verdadera edad, la única edad, en la que se forjan las amistades eternas. La edad que todos guardamos en un hueco de la memoria, memoria que nadie puede arrebatarnos, memoria en la que todos seguimos siendo niños y a la que acudimos buscando lo mejor de nuestra vida.
El sábado, estuvimos allí, no sólo en el colegio, sino también en ese trocito de memoria y que dejamos salir durante unas horas antes de volver a la realidad.
Efectivamente, tenéis razón, somos los mejores. Estuvimos entonces, estamos ahora y siempre estaremos, porque todo lo que fuimos, somos y seremos lo llevamos con nosotros para siempre... y además ahora contamos con un llavero y una camiseta que lo atestiguan.

Muchas gracias a todos, y perdón por la extensión.


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